jueves, 14 de abril de 2011

Nadie hace bien su trabajo

Después de perder un vuelo, pelearme por un taxi con una vieja, tomar café de Kenya, charlar sobre política en una agencia de publicidad y coincidir en el avión de vuelta con Tete (la de los Serrano), la conclusión es clara: "cómo echaba de menos Barcelona".



El mundo se va a la mierda. Poco a poco y pese a la resistencia de la humanidad, el sistema creado nos va devorando. ¿Y por qué? Porque ya nadie hace bien su trabajo.
Parece aventurado decir esto pero me he dado cuenta que incluso yo a menudo hago muy muy muy mal mi trabajo. Vayamos unos siglos atrás en el tiempo para hablar de objetivos.
Un hombre que cazaba y vendía la carne, tenía el objetivo de alimentar al resto de hombres a cambio de otras cosas que él necesitase.
El herrero que trabajaba el hierro tenía el objetivo de asegurar la vida del resto con sus armas a cambio de otras cosas que él necesitase.
El trovador que contaba las noticias tenía el objetivo de informar al resto a cambio de otras cosas que él necesitase.
Pero ahora los objetivos han cambiado. El objetivo ya no es satisfacer a los demás con un buen producto o servicio y recibir por ello una compensación económica. Ahora el objetivo es, simplemente, recibir una compensación económica.
A Carrefour le da igual si la carne que te vende te hace bien, sólo le interesa el dinero que tú estás dispuesto a pagar por ella. Si pudiera venderte carne en mal estado sabiendo que nadie se quejaría y vendería igual, ¿crees que no lo haría a cambio de mayores beneficios?
Pués lo mismo pasa en todos los campos. Políticos que no se preocupan por el bienestar de la gente, sino por los votos que mantengan sus privilegios, ingenieros despreocupados por la seguridad y ocupados en el registro de patentes, médicos que no buscan la salud sino la silicona, y cómo no, publicistas que no entienden de eficacia de ventas y sí de portfolios megacreativos pero poco útiles . Ninguno nos libramos. Todos hemos caido en el dogma de "a mí mientras me paguen..."

Pongámonos un poco más serios y hagamos lo mínimo que el mundo espera de nosotros: hacer bien nuestro trabajo.

sábado, 9 de abril de 2011

Diferencia no es Excelencia

Lo primero, perdón por estos largos días sin actualizar el blog. Ha habido mucho movimiento y un poco de dejadez, no lo voy a negar. Pero ya estoy aquí de nuevo.

El todo, la masa, el conjunto, el común. Qué palabras más feas, ¿no os parece? Que rabia da que bajo estas palabras tendamos a agrupar a muchos individuos que poco o nada tienen que ver unos con otros. Aunque para ser honestos, realmente todos tenemos que ver mucho con todos. Y esto es algo difícil de aceptar para algunos.
Hoy no hablo de "los guays", "los indies", "los freaks", "los pijos", "los bohemios", "los deportistas".No. Hoy hablo de esos individuos que no se sienten a la altura de ninguna etiqueta social. De esos que creen estar un escalón por encima porque escuchan una base constante de 8 bits en vez de canciones, porque sólo ven cortometrajes serie B de los 80 que nunca llegaron a proyectarse o porque no tienen una cuenta en redes sociales ni teléfono móvil. Si cumples estos parámetros pero no sabes como definirte, no te preocupes, me he tomado la molestia de poner un nombre a tu grupo social: "oscurpollas". Mitad oscuro, mitad gilipollas. (Lo sé, el nombre tiene gancho! jaja)




¿Por qué oscuro? Promulgas y promueves todo lo que se aleja del gusto estético y humano. Allá dónde haya una mierda a todas luces, estará un oscurpollas diciendo que le encanta. El caso es acentuar su falsa diferencia con el resto de personas que le rodean. Como diría mi abuelo, "A estos se les quitaba la tontería con un par de vendimias*" (* release entre líneas detenidamente)

¿Por qué gilipollas? Obviamente, la pose del oscurpollas es estúpida a ojos del resto. En ocasiones sólo hace falta un comentario o un gesto para reconocer cuando tienes a uno delante.
Mi consejo: intenta que te explique sus argumentos. El buen rato está garantizado.

¡Es sábado y hace sol! Todo el mundo a pasarlo bien;